19.4.10

Historia de un muñón

Esto... hola. Supongo que muchos os estareis preguntando a qué se debe esta larga pausa de actividad en The Walrus´ Archives. Vereis, en este tiempo hemos sufrido algún que otro percance que nos ha desviado ligeramente de nuestros objetivos. Las cosas han estado chungas, chungas de verdad colegas. No es culpa nuestra. Preguntadle al servicio de correos: estos mamones son capaces de detectar 0,0001 mg de hachís envuelto en un calcetín usado metido en un bote de champú introducido en el recto de un mandril en una caja de titanio certificada, pero NO pueden retener un paquete sin remitente que apesta a azufre y por las noches emite luz propia, gases alucinógenos y los grandes éxitos de Raphael. Ese paquete nunca debía haber llegado a casa de Pablo. Pablo nunca debió abrirlo.

A estas horas aún no sé que carajo contenía la maldita caja, sólo conozco las consecuencias: a medianoche, Pablo entró en un frenesí creativo y estuvo garabateando Territorial Pissings durante cuatro días, parando sólo para tomar café y estudiar gaélico. Estaba aterrorizado. Esa caja le estaba amenazando de muerte o algo. Dos días después se le desencajaron los tendones de la muñeca derecha. La mano se le descolgó. Parecía un orangután, arrastrando el brazo hasta el suelo. Nuestro camino a la inmortalidad se había convertido en un muñón inútil. Por no hablar de los efectos de los efluvios diabólicos de la dichosa caja. Delirium tremens, frenesí alcoholico, flashbacks de otros mundos, vida disipada, demasiadas terminales en un mismo aeropuerto... Gracias a la ayuda de un destacado integrante del grupo WIS(H)KEY buscado en cinco estados (pronto sabreis más de ellos, a vuestro pesar) Pablo pudo regresar a su mazmorra creativa facturado en el departamento de carga, parchearse la muñeca con una placa de metal y unos cuantos remaches, y recapacitar sobre su existencia. Mientras, yo pues... me he mudado a un lugar sin código postal y he quemado el buzón en un rito vudú. También he avanzado con esta historia. Así pues, aquí estamos otra vez, al cien por cien de nuestras capacidades.

Así es pacientes lectores, hasta la próxima catástrofe, reanudamos la misión. Esperemos que el apaño de mi maltrecha muñeca dure al menos un tiempo. Por otro lado...tengo la sensación de que alguien o algo no me quita el ojo de encima...espero que sea producto de las secuelas y no un nuevo invento de la morsa.



Si nos estás leyendo, Walrus, tío, no es necesario que utilices estas estrategias satánicas para motivarnos. Bastaba con un mail, un sms, una proyección astral o algo... ¿por qué tanto odio?

***
PD: he descubierto que Walrus no es capaz de distinguir el color naranja dentro del espectro cromático. Me parece que Walrus no es más que un chupatintas jubilado con ganas de venganza. Cuidado con esos. Son los peores.

3 comentarios:

  1. Je je je , siento mucho lo de la muñeca de Pablo, pero bueno ahora puede vacilar de llevar componentes cibernéticos en su cuerpo, ja ja ja...

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  2. Jajaja, lo que me reido con toooda la historia. Se nota que habéis vuelto con energías renovadas!

    Doy fe del dislocamiento tendonil de la muñeca del dibujante de este proyecto, pero ahora con los avances quirúrgicos vuelve a estar operativo. A ver si la morsa deja de hacer de las suyas y os deja crear en paz, hombre.

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  3. + jajaja! gracias por pasaros! de momento va estupendamente la cosa =)

    un saludo!

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